Herida

Sus amigos le dicen que está loco, que parece un personaje del Queneau más lisérgico porque anda todo el día silbando canciones de Spinetta. No van a comparar, advierten ellos, silbar Pájaro campana que Jugo de lúcuma o Alarma entre los ángeles. No se sabe cómo, pero el quía puede silbarte cosas como “Ella reía con su fina ropa blanca/ despojándose al sol/ como un fantasma que deshollina todo mi cuerpo/ o “El vino entibia sueños al jadear/ desde su boca de verdeado dulzor/ o “… Los coatíes del monte oirán también la voz/ creando girasoles ocultos el sol se agitará/”. Y lo hace sin una emoción aparente. Cuando ejecuta su arte se muestra inconmovible como un emo o un psicocisne, pero por dentro la belleza le chupa la sangre. ¿Será la herida de París?