Los drones



El final recién empieza. En eso piensa sentado a la vera del río, viendo a unos extraños pájaros participar de una confusa ronda, desconcertados, como si no supieran hacia dónde van. Un pescador que está sentado cerca, en una de esas sillas de playa, y que hasta el momento no ha dicho nada, pone en palabras lo que él está pensando: “¿Vio esos pájaros que están como perdidos? Están perdidos, no es casualidad. No crea que es el cambio climático ni el humo o el ruido infernal de las fábricas. Es por los drones. Saben que en cualquier momento llegarán. Los drones, por si no lo sabe, son otro tipo de pájaros. Asesinos son. Desde sus nidos metálicos salen a derribar los nidos ajenos. No lo olvide, para los drones todos somos pájaros enemigos, un peligro inminente. Corta ahí, sin espera ningún comentario del otro y sigue pescando, echando mano de tanto en tanto a su petaca. A lo lejos, un tren de nubes negras preanuncia la tormenta. ¿Serán los drones?

ART


Un francotirador empieza a quedarse ciego. Asesina una por una a las personas equivocadas. Consciente de su decadencia, opta por el suicidio. Mata a su madre.

Filiaciones



Soñé con la tacita esa que tiene la cara de Focault. Me daba los buenos días con cada cucharada de azúcar. Soñé con Piñón Fijo a cara lavada: era un tío lejano de la cuñada de mi primo Julián. Soñé que mi papá era el Loco Abreu y que tenía un bigote anchoita. Me quería. Soñé con la modelo de turno. Se casaba conmigo pero tenía hijos con mi vecino. Soñé que atropellaba a un perro y cuando me bajaba en realidad había atropellado a un pony que al agonizar parecía un jaguar de Nat Geo. Soñé con un ciego que para probar que igual veía se sacaba el ojo derecho y me decía “mirá con confianza, mirá qué hermoso se ve el mar”. Soñé una ruta con una hilera de muertos a ambos costados como si fueran álamos. Cuando corría viento, el aire se llenaba de aullidos. Soñé conmigo y ella finalmente despertó. Mojada.

Soliloquio del búho



Tengo algo de la mirada del búho, eso de ojear el bosque sin reparar en el árbol. Extático estoy a la defensiva ante el rayo o el niño que me apunta con una piedra. Creen que soy un hijo tonto de las estatuas, sin embargo esto que late podría estallarles en la cara. Mi sangre, sépanlo, es un ácido peor que el peor amor o el peor dolor. Yo que ustedes miraría para otro lado. Quedan advertidos.