La diez

El plato es cuadrado, con dos flores pintadas y una hiedra estrangulándolas. En el plato no hay carne ni fideos ni una manzana cortada en dos. En el plato flota en aceite un anillo de perlas. Mi padre lo observa un tanto desorientado. Mi madre, más atenta, le explica que se trata de una instalación. El intenta contenerse, masculla un insulto que nadie escucha y se aleja pensando que hizo lo correcto, no contarle jamás a sus compañeros del Ferrocarril que su hijo es un artista conceptual. Su derrocado sueño también sublimaba lo artístico: verlo hacer poesía con la diez.