Celos en las estatuas

Una procede de Atenas, la otra de Roma. Han sido colocadas de espaldas. La actitud de ambas, en viaje hasta el museo de Lisboa donde finalmente anclarán, alertaron a las autoridades. A pesar de la distancia, un entuerto de años aún irresuelto tensó el vínculo como nunca y hoy no pueden sostenerse siquiera la mirada. Peor para ellas. 

La vida en una pierna

Primero lo escribo, después lo pienso. ¿Qué pierna? ¿Cuál vida? ¿La mía? ¿La de otro/a? Sigo sentado. Al no caminar no puedo saber si esa pierna es mía. Como no hay nadie más en la habitación tampoco podría afirmar que se trate de una pierna ajena. Por el momento, entonces, la pierna y la vida son mías. Me impresiona. Demasiado, diría. Seguiré sentado.