Sin nexus

Henry Miller trabajó en Western Union. ¿Lo sabrá esta cajera que me cuenta los dólares mientras yo me pierdo en su profundo escote? A ella también le habría resultado muy difícil no caer en las garras de aquel vampiro diurno. De haberla tenido en sus brazos se hubiera visto tentado en escribirle, en llenarle de tinta esos pechos demasiado blancos. ¿Y si intentara hacerlo yo? Como si me leyera el pensamiento, ella borra de su rostro todo gesto de simpatía, recuenta el dinero y dando por terminada una fiesta que aún no empezó me despide con un “gracias” que en su boca suena al equivalente de “nunca vuelvas a llamarme”. Cabizbajo me voy contando los billetes a la misma velocidad con que me hubiera puesto los pantalones antes de huir de su habitación.