Tres

La foto era en blanco y negro, con una esquina rota y un tanto ajada, como si hubiera estado mucho tiempo fuera del álbum familiar. En ella había tres hombres, en orden decreciente en cuanto a estatura y edad. El más alto era el padre, el del medio el hijo y el más pequeño el nieto. Los tres se ven bien vestidos, prolijamente peinados y algo serios, quizás cohibidos por el fotógrafo y la posteridad. Los tres han muerto hace demasiados años; no menos de 25 o 30. En realidad, no es el recuerdo lo que conmueve como ayer a toda la familia. Lo que se puede leer con toda claridad detrás de la foto es lo que aún hoy les eriza la piel, lo que revive en ellos un interminable sentimiento de venganza. La letra del asesino, palabra por palabra con la sangre de los tres, sigue latente ahí, peor que un fantasma, mucho peor que haber visto todo.