Como el ojo de Max

Antes de dormirse, su hija de ocho años le lee Las aventuras de Max y su ojo submarino. Fabián es ciego, por lo que este libro le produce un interés extra, casi morboso. El también quisiera sacarse un ojo como lo hace Max y dejarlo que ruede por ahí. Que después venga y le cuente lo que él no ha visto en tantos años de oscuridad. Describirle acaso la belleza de su mujer al bañarse, el sol poniéndose en la montaña, su niña dibujando una jirafa más alta que el ego de una modelo. Ella sabe que el ojo de Max no es real, que es tan falso como un porro de chocolate, pero estaría dispuesta a vaciar su alcancía para comprarle uno parecido a su padre. Sueña que él vea cómo escribe que lo ama en todos los colores de este mundo.