Cedazo

Solitario, pero sin cartas. Jugado, perdido, descartado, leo la noche en este techo que se orina de humedad. El eco de lo que callo grita que no hay piedad en la belleza cuando irrumpe así, con sus huesos desnudos en la penumbra. Estamos igual de confundidos. Debajo de las sábanas, sonamos como esa guitarra rota que nos desafina. Ya no suma ni resta quién busca o quién pierde la cadena o el abrazo. Descreo del sexto sentido, las ciencias exactas y del mes más cruel. Ahora que el polvo ha guardado sus instrumentos es el silencio el que grita llevate tu cuerpo, dejame a solas con el mío. Vaciame.