El enigma de Puerto Soledad

Años pasaron. Días como gaviotas encadenadas a su propia sombra. Y nadie en su sano juicio pudo explicar por qué en este pueblo las mujeres morían tan jóvenes y tan tristes. El hombre del árbol solía decir que no existía una única causa para tales efectos no deseados. Había eso sí hombres solos con la lengua deshabitada pero ellos tampoco tenían la respuesta.