Un cigarro para la Sontag

Su mano es una planta carnívora que se cierra a deshoras en un gesto tenso, casi de nouvelle vague. Con esfuerzo atrapa el humo, ese pérfido pájaro de aire que le delata los labios heridos, la lengua como una cama deshecha. Hay fuego en su última sábana de hospital. Cenizas quedan.