Música para un ascensor que sólo sube

Empieza con el despertar de una araña. Continúa con el pliegue de las alas de una mantis. Y concluye con el despegue de un pájaro capicúa. Antes y después hay una puerta. Detrás, el sonido que sostiene y eleva. Las notas, a su turno, sortean sus propios escalones: esas piedras innumerables que hacen callar o caer o volar.