Una
procede de Atenas, la otra de Roma. Han sido colocadas de espaldas. La actitud
de ambas, en viaje hasta el museo de Lisboa donde finalmente anclarán,
alertaron a las autoridades. A pesar de la distancia, un entuerto de años aún
irresuelto tensó el vínculo como nunca y hoy no pueden sostenerse siquiera la mirada.
Peor para ellas.