Para el 911

Lo inexplicable no es que el elefante esté incómodo ocupando todo el ascensor sino que la señora del Quinto B se queje de que las escaleras y el hall están sucios con cáscaras de maní. Culposo, el portero ensaya una excusa y da su versión: una vez más, desoyendo lo planteado en la última reunión de consorcio, el cuidador del Zoológico ha vuelto a traerse trabajo a su departamento de un ambiente sin medir consecuencias y, especialmente, dimensiones. Es más, el muy insensato todavía no paga la lámpara del pasillo que el lunes rompió la jirafa y encima se queja de que a la pantera le aterra la oscuridad. En cambio, del cocodrilo y la extraña desaparición del pianista del octavo, nadie se anima a decir una sola palabra. Yo tampoco lo haré.