Extraescolar

El alma, le explico a mi hija de cinco años, es como esa bolsa que vimos pasar arrastrada por el viento. Aunque también, le aclaro, podría ser lo que está dentro de ese árbol al que acaban de talar en el jardín de enfrente. ¿O sea -me dice ella- que puede ser cualquier cosa? Claro, por ejemplo la mirada de tu gata, improviso. Cuando espero que agregue otro comentario, opta por atrapar por sorpresa a su mascota y mirarla fijo a los ojos. Tenés razón, me dice y corre a jugar con esa virgen tallada que alguna vez confundí con una muñeca demasiado solemne.