Poesía & prozac

La pastilla roja rara vez le surte efecto. Sólo le sirve para escribir modestos ensayos o, en algunas ocasiones, disparar reflexiones que no pasan de meros aforismos. A la amarilla le debe sus mejores relatos cortos, como aquel de la mujer oriental que se suicida recitando de memoria a cummings; a la azul, piezas teatrales con cierta impronta beckettiana; a la blanca, cuentos con marcada influencia del trhiller psicológico; pero lo suyo -cree, aspira- es la poesía. Por eso, en su noche más negra, opta por la verde.