Algo para la sed

Voy llegando a la plaza. De fondo suenan como música incidental las campanas de una iglesia del siglo XIX. Me presento: soy el protagonista de la película Jujuy blues, una producción independiente en la que hasta yo puse plata de mi bolsillo. Sigo caminando. Un niño de edad indefinida me ofrece empanadas caseras, una mujer -tal vez su madre- artesanías norteñas y un anciano ciego me pide "algo para la sed". Si no fuera porque voy registrando todo con mi videocámara, juraría que la película son ellos y yo apenas un extra absolutamente prescindible. Esos rostros sufridos parecen haber sido sometidos por la realidad al peor casting. Yo pongo cara de turista y sigo recorriendo la ciudad como a mi viejo y lejano manual Kapeluz, donde esta tierra era un pedacito de mapa igual que cualquier otro. Nada más lejano.
No sé qué saldrá de este rodaje a 45º centígrados, pero de lo que estoy seguro es que a Jujuy blues habrá que verla bien entrada la noche y tomando "algo para la sed".



¿Por qué bailábamos?

La traje desde el sueño. Como si se tratase de una extracción de cajero automático, en lugar de manoseados pesos llegó a mis manos su cintura, el humo de su cigarrillo escapándosele al besarme. Había pensado en ella todo el día; intentaba encontrarle algo de lógica a eso de estar tan lejos estando tan cerca. Cada vez que nos veíamos (rara vez pasaban más de cuatro o cinco meses) volvíamos a preguntarnos por qué tanta química se perdía en el cosmos o en olvidables poemas disparados vía mails.
No puedo precisar en qué lugar estábamos, pero sí recuerdo en detalle que bailábamos un tango, desnudos y algo borrachos. Parecíamos cómodos en ese ir y venir sin hoja de ruta, sólo había que dejarse llevar por la música. A juzgar por la coordinación, parecía que siempre nos hubiéramos amado así, de pie, toda la noche, con sus quiebres y sus espasmos.
Desperté agitado, intentando descifrar por qué bailábamos (digo, nunca fuimos a una disco juntos) y sobre todo por qué un tango (siempre escuchábamos otra música; rock, ambient o algo de jazz). Pensé en algo que me dijo y de pronto la extrañé más que nunca. Antes de volver a dormirme puse mi mano entre sus piernas y otra vez la oír gemir. Igual que en el sueño.