La pregunta esquimal

Suena el teléfono. Del otro lado, un esquimal. “¿Alguien dejó abierta la puerta de la heladera?”, pregunta en un dudoso inglés. Como me toma de sorpresa, voy rápidamente a fijarme. Cándido le respondo que no, que está bien cerrada. “Ah, perdón”, dice y sin más, corta. Cuando reacciono, es tarde. La cerveza en mi mano ya está caliente.