Virginia perseguida por un lobo

Quién pudiera verla antes del zarpazo. Ni corre ni se desnuda. Hay un bosque o debería haberlo. Tendría que ser invierno o al menos debería estar lloviendo mientras huye. Un rayo le avisa y ella no entiende el brillo de su retórica. Su enérgica presencia. El lobo ha escapado de un cuadro. Estamos en el siglo XVII, pero a ella no le importa dormirse así, en otra cama. Lejos de casa. Abrazada al lobo, ya no le teme a la tormenta. Un barco zozobra a metros de allí. La costa eran sus ojos y ahora los acaba de cerrar. ¡Naufragio!