La novia
Con su vestido blanco agitándose, sucio por el paso entre rosedales, jazmines, arbustos y ramas secas, la novia escapa corriendo como en una mala película de sábado por la tarde y sin saberlo termina en una ruta abandonada. Se encuentra con una escena apocalíptica, autos humeando, casas derruidas, árboles caídos. Igual corre sin parar. No parece tener miedo y no se permite mirar hacia atrás, mucho menos arrepentirse por lo que está haciendo. Así, durante horas. Agotada, se detiene en un puente lleno de agujeros y todo oxidado. Jadeando, se recuesta sobre la baranda, tira el ramo al agua putrefacta y en un giro perfecto besa al primer zombie que se le cruza. Ahora sí, la novia inasible respira aliviada. No se hubiera perdonado jamás haberse casado con un vampiro de 184 años tan distinto a ella, una sensible fantasma que sólo habla en lenguas muertas.