El elefante de Jade
Lo encontré en un puesto callejero de Huizhou, perdido entre sahumerios, pañuelos de seda, anillos berretas y aros estrafalarios. Primero fue el color, después la forma, lo que llamaron mi atención. Me acerqué con curiosidad y supe inmediatamente que sería mío. Pregunté el precio sin importarme la cifra que me dijeran (no podía salir más de 100 yuanes), además me quedaba aún la instancia del obligado -y teatral- regateo. Finalmente, lo conseguí por un valor irrisorio y me lo llevé como quien se lleva el primer premio en una rifa. Maldigo ese día y esa elección. En la tradición china, supe después, mi preciado elefante de jade es símbolo de mala suerte e infertilidad. Antes de regresar, sin dejarme ver, lo tiré por ahí. Mi mujer nunca lo sabrá. Espero que en el futuro haya hijos y que tampoco ellos lo sepan.