Tengo algo de la mirada del búho, eso de ojear el bosque sin reparar en
el árbol. Extático estoy a la defensiva ante el rayo o el niño que me apunta
con una piedra. Creen que soy un hijo tonto de las estatuas, sin embargo esto
que late podría estallarles en la cara. Mi sangre, sépanlo, es un ácido peor
que el peor amor o el peor dolor. Yo que ustedes miraría para otro lado. Quedan
advertidos.