Letras de molde
De las que se fueron de este mundo metiendo su cabeza en un horno de cocina, sin dudarlo me quedo con Teresa Mouriño. Poeta inédita hasta apenas 24 horas después de su muerte, esta portuguesa de 23 años escribió 14 versos por día durante sus últimos cinco años de vida. Una cuenta rápida arrojaría poco más de 25 mil. Debido a lo ilegible de su letra alcanzaron a salvarse escasos 128, de los cuales 73 estaban en un idioma que nadie logró identificar (es probable que se tratara de un dialecto inventado en su adolescencia), 5 con errores ortográficos que hubieran dejado para la posteridad una triste imagen de la malograda Teresa, y 49 sospechosamente parecidos a los distintos heterónimos de Pessoa. Finalmente, tras un denodado trabajo de filólogos y amigos bienintencionados, sólo un poema logró sortear el maleficio y alcanzar letras de molde. A su madre debe reconocérsele la brillante idea de incorporarlo como epitafio en esa exquisita lápida que reproduce un libro abierto.