Mi coma
Sería más romántico decir que desperté escuchando su voz. En realidad, ahora lo recuerdo con claridad: fue el ruido de la lluvia lo primero que escuché cuando volví del coma. Puedo ser más preciso aún; no se trataba de una lluvia real sino de la lluvia que provenía de la radio que mi padre había dejado al costado de la cama. Cuando reaccioné, ella gritó, lloró, volvió a gritar y finalmente se desplomó como si un francotirador le hubiera dado en la frente. Yo no entendía nada pero igual me sentía feliz, en medio de un cumpleaños en el que todos quisieran brindar por mí y salir en la foto. Como era de esperar, su sonrisa se borró inmediatamente cuando pregunté qué me había pasado. Incómoda, mirándose un rosario atado a su muñeca, sólo atinó a decir “un golpe, un simple golpe”. Y esta vez lloró de una forma que le desconocía.