Por el fin
Lo más fácil es enamorarse de una actriz de cine mudo. Con ella es posible soñar la relación perfecta. Nada del histérico ping pong del sí y el no. El ajedrez de las omisiones. Ella puede ser el río de siete colores, el puente del abrazo sostenido por un perfume. Su corazón es dos veces ficción, la cifra perfecta para el espectador que ya las vio todas. Detrás del telón, el amor desaprende a las señas el guión. Empieza por el fin.