Como quien se levanta a sacar algo de la heladera
Su radio ve. La ve regar las plantas, enderezar un cuadro, abrir una caja. El hombre envasado le habla mientras la mujer no escribe. Y después, pájaro bobo, le canta un fado, le atrasa el reloj, le lee diez poemas chinos. Ella escucha y como quien se levanta a sacar algo de la heladera, deja flotando un silencio que se apura a llenar con el ruido de las teclas. La radio la oye respirar. Y calla. La música se va de a poco, dejando sus ropas en el camino. Primero él, después su voz, llegan hasta ella. La noche ahora toma la palabra, sirve otra copa para dos. La radio, cuervo por liebre, se ha ido de las manos. A estas horas hamaca en el aire a otro corazón que supura soledad, mentiras apenas dichas al oído.