Elefante en el azar
Siete de abril. Elijo ese día porque me es ajeno. No me dice nada y algo o mucho esconde. Sugiere. Digo ochenta y tres y no es mi madre ni mi padre. Tampoco la página del libro que abandoné. Pienso en Piscis y apenas si creo en la Luna porque ahora otea como una gata en celo. El azar es el que dicta. Lengua larga, piernas cortas. Podría este día ser el último o dejar que corra sangre como tinta. Admirar al elefante y punto.