Nada original
El tipo se cruza en el centro con un sesentón que se parece a Beckett. No es que conozca demasiado al escritor, pero recuerda haberlo visto hace poco en una foto del suplemento cultural de La Nación. Ni siquiera ha leído nada del irlandés. Sin embargo, el rostro de aquel Samuel se le marcó a fuego. Piensa que vagamente le recuerda a su tío Osvaldo, un militar retirado, de gesto adusto y lo menos sensible al arte que puedan imaginar. Lo extraño no es que este hombre se parezca a Becket sino que la mujer que lo acompaña es idéntica a Patti Smith; mejor dicho a la Patti Smith de la época de su disco Horses, tan flaca y sugerente ésta que cruza desapasionadamente San Martín como aquella que nos miraba insinuante desde la tapa del disco. Samuel y Patti, es decir sus versiones de este lado del mundo, podrían ser pareja, aunque no van de la mano ni dan señales de cierta cercanía afectiva. El tipo camina detrás de ellos unas dos o tres cuadras antes de que entren a una galería y los pierda definitivamente. Justo cuando pensaba que terminaría tomando solo su café, se cruza con Amalia, una morocha que, creer o reventar, cada día luce más parecida a Penélope Cruz.